algunas
veces basta una flor seca
o
un callejón a oscuras sin salida
dejar
que llueva en el reloj de arena
o
encontrar un zapato perdido en una fiesta
algunas
veces basta con esconder la luna
pintando
de locura los cristales
arrancar
los pétalos de los tejados
o
echar a volar agitando los dedos
algunas
veces hay que cerrar los ojos
y
andar tanteando las paredes
para
probar después el sabor de las pintadas
algunas
veces basta con callar la boca
al
final de cada interrogatorio
clavar
la vista en los barrotes de la celda
y
hacer como si la cabeza estuviera
fabricando
una idea prodigiosa