viernes, 11 de enero de 2013


algunas veces basta una flor seca
o un callejón a oscuras sin salida
dejar que llueva en el reloj de arena
o encontrar un zapato perdido en una fiesta
algunas veces basta con esconder la luna
pintando de locura los cristales
arrancar los pétalos de los tejados
o echar a volar agitando los dedos
algunas veces hay que cerrar los ojos
y andar tanteando las paredes
para probar después el sabor de las pintadas
algunas veces basta con callar la boca
al final de cada interrogatorio
clavar la vista en los barrotes de la celda
y hacer como si la cabeza estuviera
fabricando una idea prodigiosa