Déjame en mi burbuja solitaria
en el mercado diminuto de mis
domingos
aquí donde se envuelven los silencios
en papel de regalo
déjame ser la pieza que sobra al
puzzle
aquella que no encaja en ningún
juego
perdida en una caja de la infancia
cuando los reglamentos son
caramelos
déjame abotonarme en el ojal de
arriba
guardar el cinturón en el bolsillo
romper al pantalón la cremallera
y sacar los dedos entre los
agujeros
de mis calcetines viejos
déjame arrancar la última página de
las novelas
para guardarlas frescas en la
nevera
y déjame arrojar por el balcón, al
viento,
las palabras del resto, recortadas,
junto a mis versos rotos sin
finales
déjame con mis vidas desordenadas
márchate ahora y déjame aquí solo
y no cierres la puerta cuando
salgas
por si hace frío.